EL
MUNDO
22
septiembre 2016
Almudena Villegas Martín
La pesadilla tiene nombre: hiperhidrosis. Las manos húmedas y los
ronchones en las axilas tienen los días contados gracias al bótox,
láser o las microondas.
No dar
la mano al saludar, vestir siempre de negro y con ropas holgadas o no levantar
los brazos nunca. Todo ello por vergüenza y no por elección. Así viven muchas
de las personas que padecen hiperhidrosis o sudoración excesiva, entre las que
se encuentra Roberto. Profesor y padre de una hija, confiesa que no ha llevado
una vida fácil por culpa de su problema. Su sudor excesivo en las manos le
hacía ser retraído, rehuir el contacto físico e incluso personal para evitar
burlas e inseguridades. Roberto no está solo. Según la International Hyperhidrosis Society al menos
220 millones de personas la padecen, un 3% de la población mundial.
¿Hasta
qué punto puede ser esto un impedimento para una vida diaria normal? Existen
diferentes grados de esta enfermedad, del uno al cinco (de más leve a más
grave) y, dependiendo de la zona del cuerpo afectada, puede llegar a alterar al
paciente en diferentes aspectos de su día a día. Según un estudio de la Clínica
Liberty, el 58% de las mujeres piensa que sudar
excesivamente en público es peor que sufrir obesidad y un 47% de ellas
preferiría tener acné.
"Definimos
el problema como un aumento de sudoración que molesta a las personas en su
quehacer diario, pero no es lo mismo si eres albañil, que relojero o
flautista", afirma el dermatólogo y profesor titular Ramón Grimalt: "No es nuestro trabajo decir si una persona
está enferma o no, sino si a alguien le molesta este problema, intentar
ayudarle según sus circunstancias". No tiene un origen definido en la
mayoría de los casos, pero sí tiene que ver con una disfunción del sistema
nervioso. "No está provocado por los nervios ni la ansiedad, pero éstos la
empeoran".
No hay diferencia de sexos
Aunque
sudar es un proceso natural del cuerpo, el problema viene cuando es molesto y
visible. Las áreas más comunes en las que suele concentrarse son axilas, palmas
de las manos, plantas de los pies, zona facial o el cuero cabelludo. Un
trastorno que sufren por igual ellos y ellas aunque, según afirma el doctor Grimalt, "trato a más mujeres que hombres, porque les
suele molestar más. Yo creo que es más un problema de preocupación social que
de reflejo de la realidad".
Puede
surgir en cualquier momento de la vida, pero tiene dos picos de edad: al nacer
o en la adolescencia. En estos casos suele tener una relación muy estrecha con
la genética, ya que en el 40% de los casos existen antecedentes familiares.
"Las otras hiperhidrosis son las que conocemos como secundarias y pueden
aparecer a lo largo de la vida, por ejemplo, en la menopausia o con alguna enfermedad
como el hipertiroidismo", confirma el doctor Grimalt
a ZEN.
Sudar no es oler mal
En
muchas ocasiones se relaciona la sudoración excesiva con el mal olor y son dos
situaciones que no tienen una relación directa. "El olor molesto, que
llamamos bromhidrosis, en realidad es debido a la
colonización bacteriana del sudor una vez ya ha salido del cuerpo". La
secreción cuando sale del cuerpo no huele, sino que es el contacto con los
gérmenes de la piel lo que le da ese olor.
Láser, bótox o
cirugía
¿Qué
hacer para combatirlo? Además de cuidarse y acentuar la higiene, el remedio
principal para este problema son los tratamientos tópicos, compuestos
principalmente por cloruro de aluminio que tiene una función antitranspirante.
Si el paciente no tiene suficiente con esto, se pasaría a los medicamentos
orales, entre los que se encuentran los betabloqueantes
o inhibidores.
Existe
un plan B en el caso de que no sea suficiente con los fármacos: el botox. La proteína botulínica no sólo es un aliado contra
la vejez, sino que se usa también como remedio contra la hiperhidrosis. Se
inyecta sobre todo en el caso de las axilas, pero sirve en otras partes del
cuerpo incluso en la cabeza. Aunque es una de las técnicas más usadas no tiene
efecto duradero, su eficacia desaparece a los siete o nueve meses. "No es
doloroso y es efectivo".
Entre
el amplio abanico de opciones está la iontoforesis,
una técnica fácil de usar gracias a un aparato que el paciente se compra y
utiliza en casa. El mecanismo emite unas pequeñas descargas eléctricas a través
del agua que "desactivan la glándula sudorípara" de tal forma que
impide que se transpire por esa zona. Otra técnica más reciente es el láser. En
España se usa el sistema MiraDry que funciona a
través de microondas y cuya función es eliminar las glándulas de la axila.
Simpatectomía, "el rey de
los tratamientos"
Si esto
no es útil para el paciente, un paso más serían las técnicas quirúrgicas. Una
de ellas es la extracción parcial de las glándulas axilares. Consiste en hacer
dos pequeños agujeros en las axilas por los que se extraen las glándulas
sudoríparas, "es muy eficaz si el médico tiene experiencia y habilidad, ya
que se hace a ciegas. Es complicado quitar las glándulas sin verlas, porque no
abres la axila".
Otra
técnica que requiere bisturí y en estos momentos es "el rey de los
tratamientos" es la simpatectomía torácica. El
cirujano Álvarez Kindelán afirma que su eficacia es mayor en el caso de manos y
axilas, pero "el efecto sobre la sudoración excesiva en los pies es
limitado y sólo un 20% de los pacientes nota mejoría de estos síntomas",
comenta Álvarez Kindelán.
Se
trata de una operación que también se lleva a cabo a través de la axila, pero
el cirujano puede ver lo que ocurre en vídeo. "En esta ocasión lo que se
hace es eliminar el nervio simpático", el encargado de regular la
sudoración corporal. Tiene una alta eficacia, pero existe el peligro de que el
paciente sufra hiperhidrosis secundaria o compensatoria tras pasar por el
quirófano.
Sudoración compensatoria
Este
tipo de hiperhidrosis surge en algunas personas que, tras la intervención,
dejan de sudar por el área en cuestión y su transpiración aumenta en otra parte
del cuerpo, como un río que busca un nuevo cauce. Muchas veces no supone un
problema. "Una chica violinista sudaba relativamente poco por las manos,
se operó y quedó encantada pero tenía que vestirse de un modo especial para los
conciertos porque siempre salía con la camisa chorreando", comenta el
doctor Grimalt. Sin embargo, en otras ocasiones el
remedio puede ser peor que la enfermedad.
Los
pacientes con sudor compensatorio suelen aumentar su transpiración en la zona
de la espalda y la barriga. "Recuerdo el caso de otra paciente, una
modelo, que sudaba en las manos y eso le molestaba para las entrevistas. La
operación le provocó que tuviera que dejar el trabajo. Para su oficio era mejor
sudar por las manos que mojar la ropa". Por ello, los expertos consultados
por ZEN recomiendan valorar los riesgos y alternativas antes de pasar por el
quirófano. Hay opciones para todos los gustos, así que ya no tiene por qué
sufrir más la pesadilla de Camacho en el Mundial de 2002.
Mantenga el sudor 100% controlado
Desodorantes. Lo más importante es que contengan entre sus ingredientes
cloruro de aluminio, elemento que ayuda a controlar la secreción natural. La
diferencia entre un desodorante y un antitranspirante es que uno enmascara el
olor y el segundo actúa para evitar el sudor.
Antitranspirantes. El mito sobre el cáncer de mama y el antitranspirante ha
sido rebatido por diferentes dermatólogos. Diferentes estudios a nivel
internacional no han establecido una relación clara entre las dos variables.
Existen en spray, roll on y
en crema, tanto para manos (aluminio al 20%), como axilas (15%) y el resto del
cuerpo.
Ropa. El mejor tejido contra el sudor es el algodón o la seda,
telas naturales y ligeras. Las prendas, cuanto más holgadas mejor, para que
transpire la piel. Además existen marcas especializadas, tanto para hacer
deporte como para salir a la calle, que ayudan a reducir el sudor y las
manchas: camisas, polos, calcetines y ropa interior. Para disimular las
manchas, los colores neutros y los estampados son buenos enmascaradores.
Día
a día. Además de los antitranspirantes
existen diferentes ayudas para el día a día, como las toallitas desodorantes.
Es recomendable aplicarlas después de las toallitas convencionales para no
arrastrar la suciedad y el sudor. Para los pies hay plantillas
antitranspirantes o fungicidas. Puedes encontrar también almohadillas
protectoras antisudoración para las axilas.
Noche. Despertarse húmedo, sobre todo en las épocas más
calurosas, afecta al ritmo de su sueño. Existen almohadas y fundas termorreguladoras, tanto para el cojín como para el
colchón, que pueden ayudarle con este problema.